03 October 2016

Un cuento al mes: Ingeniería genética , de David Sedaris


Siempre he tenido la sensación
 de que, bajo las circunstancias adecuadas, mi padre es el tipo de hombre que podría haber inventado el horno microondas o el transistor. Nunca acudirías a él en busca de consejo por un problema personal, pero siempre era el primero a quien llamabas cuando se rompía el lavaplatos o alguien arrojaba un peine en el desagüe de la taza del váter.

Traducción de Toni Hill


Supe de la existencia de David Sedaris hace unos cuantos años (no muchos) gracias a una página web en la que hacían un ranking de los autores (vivos) más graciosos del planeta. No recuerdo exactamente en qué puesto estaba pero creo que bastante alto. En el artículo venían a decir que sus cuentos eran un festival de carcajadas. Piensa en tu monologuista favorito y multiplícalo por cuatro.

Desde entonces he leído unos cuantos cuentos de Sedaris (no muchos) y mi opinión de todos ellos es muy similar. Ingeniería genética es el que tengo más reciente, pero podría haber escogido cualquier otro.




Lo primero: ¿de verdad Sedaris es tan hilarante como nos lo venden? En mi opinión: no.

Sedaris es un contador de anécdotas —aparentemente verídicas— que, de vez en cuando (a veces muy de vez en cuando), acierta con el enfoque que hace resaltar lo cómico de la situación. No es una metralleta de one-liners tipo Groucho Marx o Woody Allen. No. Sedaris no hace chistes. Tampoco explota la otra vía: la ironía refinada al estilo inglés. Muchas veces en Sedaris lo gracioso lo encontramos en el choque entre las altas expectativas de los personajes —él y su familia— y la cruda realidad. Pero sin hacer sangre. De hecho, da la la sensación de que en ocasiones Sedaris deja pasar la oportunidad de ser sarcástico o mordaz simplemente porque prefiere ser amable.

Le gusta, eso sí, sacar jugo a los comportamientos excéntricos y paradójicos. Lo mejor de sus cuentos suele estar al principio, cuando presenta el tema principal y acumula pequeñas anécdotas sobre las peculiaridades de su familia. Lo siguiente suele resultar más decepcionante: se centra en una situación concreta que relata con más detalle y que parece prometer muchas risas pero, aunque hay algunos chispazos por el camino, el final suele ser más bien anticlimático, menos divertido que tierno.

No he hecho la prueba, pero es posible que Sedaris funcione mejor por acumulación, leyendo varios cuentos seguidos, cuando uno ya ha logrado ponerse a tono. Si algún día lo pruebo, les cuento.

3 comments:

  1. A mí me gusta ese tono amable y empático de Sedaris. Sobre todo si llevas varias "grandes novelas americanas" seguidas y estás de desgracias y gente mezquina hasta las narices. Sedaris entonces es un bálsamo. Recomiendo especialmente "Cuando te envuelvan las llamas".

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    1. Vaya, justo recomiendas uno de los que no tengo. Pero tienes razón en que Sedaris es una buena opción para descansar de autores intensos. Por cierto, ¿por qué en España no se hacen "grandes novelas españolas"?

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