31 December 2017

Música para adultos. Canciones de 2017

Si algo demuestra esta lista es que la combinación melancolía + baile me pierde. Algún día me haré mayor y me empezarán a gustar el jazz y el flamenco. 


Este año he saqueado dos listas principalmente, la de Jenesaispop y la de Vagando por Urano (como viene siendo tradición). Aun a riesgo de que me retiren la palabra, diré que he estado a punto de incluir Me enamoré de Shakira porque, más allá de esa letra naif y sexista, creo que merece mayor reconocimiento (esa producción repleta de ganchos) pero ha llegado al final del año bastante quemada y además no me pegaba con el resto de las canciones de la lista. Porque, lo crean o no, me pienso un rato la secuenciación de los temas. Así que les recomiendo que sigan el orden.


RanFUTURE ISLANDS
Por la emoción contenida.

Música para Adultos - JOE CREPÚSCULO
Porque tiene el estribillo del año.

Toy Automatic THE AFGHAN WHIGS
Por el crescendo sostenido.

Shape Of YouED SHEERAN
Porque es la canción que más veces me he puesto en 2017.

Clinic HopeTHE GIFT
Por el ritmo trotón y el chiptune enloquecido.

MabuseLOS PUNSETES
Porque yo también quiero un testamento que se pueda bailar.

3 O'ClockBLONDE REDHEAD
Porque me acaricia las sinapsis.

La llamadaPAPA TOPO, ZAIDA CARMONA
Por el sabor retro.

Nice And QuietBEDOUINE
Porque hace falta más pop con oboe.

Don't Take the MoneyBLEACHERS
Porque me puedo imaginar en un concierto dando botes en el estribillo.

 Anywhere - RITA ORA
Porque —lo he dicho mil veces— soy facilón.

28 December 2017

Los mayores simes de 2017 (libros)

Por motivos complicados de explicar, este año no he leído los libros de mi biblioteca que más ganas tenía de leer, sino aquellos que más me convenía leer en cada momento. Así, salvo con los dos primeros de la lista, no he vivido grandes pasiones. Orden decreciente, pues.

1. El mundo según Garp, de John Irving

«Cuanto más lees, más vidas tienes», dicen en el anuncio del premio Planeta. Y sea cierto o no —¿la vida imaginaria cuenta como vida?— he de reconocer que hay partes de El mundo según Garp que recuerdo como algo que hubiese vivido. Pedazo de piropo, Mr. Irving.


2. Un artista del mundo flotante, de Kazuo Ishiguro

Hacia el principio el narrador nos cuenta una conversación, crucial para la trama, que tuvo con una de sus hijas. Más adelante, el narrador le recuerda esa conversación a la hija y la hija niega que el diálogo se desarrollase tal y como el narrador nos lo había contado a los lectores. Los fans de los narradores poco fiables aplaudimos.

3. El Mago, de John Fowles

¿Qué nos pasó hacia finales del siglo XX para acabar obsesionados (como en el Barroco / como adolescentes) con el tópico del engaño de los sentidos? Desafío TotalAbre los ojos, The Game, Matrix. Fowles sabe un par de cosas sobre el asunto.


4. El hombre que cayó en la Tierra, de Walter Tevis

No me suele atraer demasiado esa épica del perdedor que se quedó por el camino y desde entonces vive al margen, refugiado en la bebida. Pero cuando al extraterrestre noble y delicado del título le empieza a pesar la vida (la vida en la Tierra), incluso yo sufro. Sin duda, la novela más conmovedora —que no lacrimógena— de la lista.

5. El cuento de la criada, de Margaret Atwood

Que levanten la mano todos los que se hayan leído este año El cuento de la criada. Lo sabía. Sin embargo, he visto poco debate del tipo «¿qué es mejor, el libro o la serie?». Todo el mundo parece coincidir en que la serie es igual de buena que el libro. Así que voy a tener que ser yo el que lo diga: el libro es mejor.

6. 22/11/63, de Stephen King

De Stephen King solo había leído Carrie (me lo regalaron). Como conocía sus libros más famosos gracias a las adaptaciones al cine o a la televisión, no me planteaba leerlos. Sabía que es un buen escritor pero me ha sorprendido comprobar hasta qué punto, sobre todo en cuanto al tratamiento del paso del tiempo. Salvo un bache en el tercer cuarto de la novela, King maneja los ritmos como un maestro.

7. No, mamá, no, de Vertity Bargate

Una de las normas de Elmore Leonard a la hora de escribir era «si suena a literatura, olvídelo, no sirve». Ninguna de las frases de No, mamá, no suena a literatura, aunque lo sea. Tiene trucos, pero incluso los trucos parecen naturales.
Podríamos decir que es una novela entonada, como un actor de teatro que dice sus líneas como si se le estuviesen ocurriendo en ese mismo momento.

8.  La cueva, de Tim Krabbé

Hasta el final Krabbé no nos da la clave que nos permite conectar las distintas partes del libro en una única historia. Doble riesgo: (1) cada parte podría no tener suficiente interés por separado, (2) la conexión de las partes podría resultar forzada o —peor— irrelevante. No diré que Krabbé sortea ambos peligros sin mancharse, pero a mí al menos me convence.
9. Una temporada para silbar, de Ivan Doig

Este libro no le va a cambiar la vida a nadie, pero posiblemente sí que le alegre tres tardes flojas. Le pegan adjetivos de gama media —entrañable, ameno, grato—, pero no nos engañemos, no por eso hay que restarle mérito. Siempre es más difícil conquistar desde la modestia.

23 December 2017

Los mayores simes de 2017 (cine)

De todas las películas que he visto por primera vez en 2017, estas nueve son las que más me han gustado. Poca comedia, me temo.

1. Los paraguas de Cherburgo, de Jacques Demy

Probablemente, el final más triste del mundo

2. El extraño, de Na Hong-jin

Hemos visto el Mal

3. El viajante, de Asghar Farhad

La elipsis que no cesa

4. Train to Busan, de Yeon Sang-ho

Corea adelanta a Hollywood por la derecha

5. La La Land, de Damien Chazelle

Nada como un musical para ponernos tontorrones

6. Mommy, de Xavier Dolan

El final feliz perdido

7. Manchester frente al mar, de Kenneth Logernan

Luz / Oscuridad 

8. Paris is Burning, de Jennie Livingston

Dime que no puedo

9. Verano 1993
, de Carla Simón


Y borren Inside Out de su mente

03 December 2017

Un cuento al mes: Los pájaros, de Daphne du Maurier


El 3 de diciembre, el viento cambió de la noche a la mañana, y llegó el invierno. Hasta entonces, el otoño había sido suave y apacible. Las hojas, de un rojo dorado, se habían mantenido en los árboles y los setos vivos estaban verdes todavía. La tierra era fértil en los lugares donde el arado la había removido.
Traducción de Adolfo Martín


Soy tan fan de Hitchcock que me dan pequeños ataques de nervios cada vez que a alguien se le ocurre decir, sin demasiado fundamento, «esta peli es muy hitchcockiana». Ejemplo. No hubo crítico en el planeta que, hablando de El escritor, la película de Polanski, se olvidase de mentar a Hitchcock. Pues bien, la estructura de El escritor se basa en un recurso absolutamente antihitchcockiano: ocultar la identidad del verdadero malo (el malo en la sombra) hasta el último minuto de la película, para rematar así con una sorpresa. Lo hitchcockiano habría sido revelar la identidad del malo antes de la mitad de la película para tener al espectador en tensión con el enfrentamiento. Suspense vs. sorpresa: esto es de primero de Hitchcock.

Todo esto viene a cuento porque alguna vez también he escuchado que el relato de Daphne du Maurier no tiene nada que envidiar a la película de Hitchcock. ¿Será verdad? Mi opinión después de las tapas.




Daphne du Maurier tuvo dos ideas geniales:  (1) un buen día todos los pájaros de la tierra empiezan a atacar a los humanos; (2) el narrador se centra en los efectos del ataque en una familia de una pequeña población rural.

El cuento parece desnatado al lado de la película de Hitchcock, pero no porque los pájaros sean menos agresivos (que no lo son), sino porque en la película los ataques tienen algo así como resonancia psicológica. No son solo una amenaza externa, sino también agentes en el drama que se desarrolla entre los personajes.

Du Maurier deja el final más abierto incluso que la película. Como defensor que soy del final de la película, me parece bien. Requetebien. Nada me aburriría más que ver a la humanidad enfrentándose a los pájaros en plan La guerra de los mundos. Los finales están sobrevalorados. También en la vida.

Tanto el cuento como la película me recuerdan un episodio de mi infancia: el paso del huracán Hortensia por Galicia. Todas las familias encerradas en casa en un día laborable. Las ventanas cerradas a cal y canto. El ruido del viento contra la casa. Parece que quiere entrar, acabar con todo. Las pizarras de los tejados salen volando y se clavan en las persianas.

La película es mejor película que el cuento cuento.