03 October 2013

Calla, memoria

¿Alguien sabe si tiene algún nombre específico el complejo o síndrome consistente en creerse la única persona del mundo que ha sido testigo de determinados hitos de la Historia de los medios de comunicación?

Es que yo lo padezco.

Tres ejemplos:

1) Hace años, un periódico gallego publica una noticia sobre un misterioso suceso:

Durante una visita guiada a un monasterio, en la biblioteca, una mujer argentina del grupo pregunta al guía cuántos monjes viven actualmente en el monasterio; el guía le responde que ya no vive ningún monje allí y que el monasterio se conserva solamente como museo. La mujer se desmaya. Cuando recobra el conocimiento, la mujer explica que se ha desmayado por la conmoción, ya que segundos antes de hacer la pregunta había visto pasar a un monje por delante de la puerta. Todos se quedan helados. Entonces, un niño que no tiene nada que ver con la mujer dice: "Sí, yo también lo he visto".

No hay ningún monje visitando el monasterio en ese momento.




2) A petición del propio Ramón Sampedro (el parapléjico que defendía su derecho al suicidio asistido), alguien cercano grabó su muerte en vídeo y envió la grabación completa a Antena 3. En los telediarios de la cadena se emitió sólo el momento en que Sampedro se despedía y bebía el cianuro (los 5 primeros minutos de los 20 que duraba el vídeo). Sin embargo, en la prensa se publicó que algunos espectadores habían sido testigos del siguiente hecho:

Por la tarde, la programación habitual de Antena 3 se había interrumpido repentinamente como si hubiese interferencias y, sin previo aviso, habían sido emitidas las imágenes de la agonía de Sampedro hasta el momento de su muerte.




3) El primer intento de trasladar a España el modelo del Saturday Night Live americano fue La última noche, un programa del 2001 presentado por José Corbacho, que emitía Telecinco la noche de los domingos. Duró dos días (dos noches), pero les dio tiempo a hacer uno de los sketches más graciosos que yo recuerde de esa época. Venía a ser algo así:

(Voz en off) "¡¡¡El misterioso caso de la esquina que quien la dobla empieza a hablar de manera incomprensible!!! En el madrileño barrio de Chamberí existe una misteriosa esquina que quien la dobla empieza a hablar de manera incomprensible. Marcelino Cifuentes la dobló el pasado lunes a las siete de la tarde y fue hallado horas después con la mirada perdida, diciendo frases incoherentes."

Sale Marcelino Cifuentes diciendo: "El pianista de Parada es un hombre muy viril..."



El sketch seguía con más frases "absurdas" de Marcelino y con más personajes que hablaban tras doblar la esquina. Descacharrante. Lo juro.


Pues bien, en una búsqueda (nada exhaustiva) en Google no he encontrado ni rastro de estos tres acontecimientos.

Inquietante.

20 September 2013

Palabras, no tan raras, que nunca he usado (ni siquiera por escrito)


Sesgado/da

(De sesgar).

1. [adj.] quieto (pacífico, sosegado).
2. [adj.] oblicuo.
3. [adj.] desviado, tendencioso.

Ej.1. A María le encantaba el olor de la hierba recién sesgada.
Ej.2. Pedro le dijo a Marta que tenía uno de los pechos un poco sesgado.
Ej.3. ¡Qué sesgado está hoy el gato!


*Juro por lo más sesgado, que esta es la primera imagen que muestra Google si pones sesgado (creo que es una torre humana de mexicanos vista desde arriba que está siendo atacada, de un modo sesgado, por un enjambre de números romanos).

05 September 2013

Canciones que deberían ser más conocidas (X)



Esta canción no espera al estribillo para dar lo mejor de sí. La primera melodía que se oye, la de la estrofa, ya quema. Como el hielo. No hace falta saber inglés para darse cuenta de que esta mujer nos cuenta, nos canta, algo muy pero que muy triste y que lo hace con toda la resignación de la que es capaz. Que no es mucha, si atendemos a los instrumentos. En el transcurso de la canción (porque esta canción transcurre) van apareciendo unas cuerdas ardorosas, bajo, clavicordio, viola, chelo, violines, que apuñalan y revuelven las entrañas como sólo las cuerdas saben hacer. Para colmo, hacia el final (spoiler), se levanta al fondo una trompeta escalofriante que da ganas de arrancarse el corazón con las manos y/o tirarse a una tumba abierta para ir directito al cielo. No, repito, lo mejor no está en el estribillo. El estribillo, en realidad, casi es un alivio en comparación con el resto.

El otoño está hecho de la misma madera que arde en canciones como esta. Al verano le queda poco, así que no es mal momento para escucharla e ir pensando en salir a por leña.

25 August 2013

Fiebre de verano

Esta canción ha resucitado.

El tiburón - Proyecto Uno. 


Y aún a riesgo de que me pierdan ustedes el respeto, he de decir que, salvo el odioso estribillo (odioso, odioso), me parece muy pero que muy efectiva. Sobre todo con los nuevos arreglos, un poco menos salseros y más disco (lo siento, Youtube no me deja colgar la nueva versión). El puente, además, estupendo. Si la pillan los 2manydjs nos la comemos entera con patatas, y sin remordimientos. 

No sé, igual exagero. El calor, ya se sabe.... Menos mal que el verano no dura eternamente.

21 July 2013

Reseña que te reseña: 'Así es la música', de John Powell

Les presento al autor del libro.


John Powell es británico (casi no hacía falta decirlo), tiene un doctorado en Física (esto no es tan evidente) y sabe mucho de música, por eso ha escrito un libro que, en versión original, se titula How Music Works y en versión doblada, Así es la música (así somos los españoles). Británico, físico y músico. John Powell es un señor esdrújulo.  Además, tiene sentido del humor, un sentido del humor discreto y blanco que usa, como buen británico, como quien da los buenos días a un vecino que se encuentra en el ascensor: por educación, o como quien echa azúcar a un nevadito: espolvoreándolo sobre el asunto. John Powell está aquí para enseñarnos cosas pero no quiere ser pesado, ni abstruso, ni solemne. John Powell nos quiere tener contentos.

El libro es este (ya he hablado de él en otra ocasión).


El subtítulo Armonía, tonos, acordes y otros secretos de una buena música le viene grande y la culpa la tiene la palabra 'secretos'. No hay secretos en este libro, ni de la buena música ni del maldito Pentágono. Sólo están los principios esenciales de la música occidental (y unos pocos de la oriental) explicados de tal manera que uno no puede hacer otra cosa que entenderlos. ¿Por qué siete notas musicales? ¿Por qué un modo mayor y otro menor? ¿Por qué si uno sólo toca las teclas negras del piano nunca oirá dos notas que suenen mal juntas? ¿En qué consiste exactamente el oído absoluto? ¿Y el ritmo sincopado? ¿Todos los FA o los DO de la Historia de la Música sonaban igual? ¿En todos los países? ¿Lo hacen en la actualidad? ¿Para qué sirve exactamente un director de orquesta?

No piensen, sin embargo, que el libro es una mera recopilación de curiosidades. En absoluto. No es un tratado tampoco pero sí algo con una cierta consistencia. Digamos que es como un curso sobre música, y cada capítulo, una clase magistral. La comparación no es gratuita, todo en el libro tiene un enorme valor didáctico: los ejemplos, las analogías, los esquemas... Incluso el orden de cápitulos/clases es didáctico: lo que se dice hoy ayuda a comprender lo de mañana.

Y por si aún no la tenían clara, ahí va mi opinión personal razonada:

Es un libro muy interesante que me ha hecho comprender cosas sobre la música que ya conocía pero que nunca había llegado a entender del todo hasta ahora. Con algunas cosas que dice el autor te ríes y con otras te entran ganas de aprender a tocar un instrumento. Lo recomendaría a todo el mundo que no sea músico ya y que esté interesado en la música pero no quiera tragarse rollos sobre teoría musical.

Dedico esta reseña a Amor, la profesora de Lengua más enrollada de Murcia (digo Murcia por acotar un poco sin caer en la exageración). Espero que le guste especialmente el respeto a la clásica estructura tripartita: autor, obra, opinión personal.

14 July 2013

Cerebritos y cerebrotes

Hablemos de los signos "mayor que...", "menor que...". Sí, hablemos de estos dos:


Ahora me parece obvio pero de pequeño tenía dificultades para distinguirlos. Se me escapaba algo tan evidente como esto:


Parece mentira. Con la de Barrio Sésamo que yo engullía...

Pero no debía de ser el único torpe de la clase porque recuerdo que un profesor de Matemáticas nos dio a todos el siguiente truco mnemotécnico: el signo es la punta de una lanza que el más grande de los dos elementos apunta hacia el más pequeño.


Tiene lógica, no se puede negar.

Sin embargo, algo se rebeló dentro de mí (que siempre he tirado a canijo) ante aquello. Vale, que sí, que el pez grande se come al chico. Ley de vida. Crueldad. Pero... ¿y la Justicia? Yo, que siempre me he puesto del lado de la gacela en los documentales, no podía aceptarlo sin más. Y le di la vuelta a la tortilla.

Los signos no son la punta de una lanza, ¡no!, son bocas abiertas y, en este caso, dentro del maravilloso mundo de las Matemáticas, ¡el pez chico se come al grande!


Pues les parecerá una chorrada, pero no se me volvió a olvidar.

Justicia matemática.

03 July 2013

Hunderby, Siglo XIX

Hasta hoy no tenía ni idea de quién era esta mujer:


Julia Davis

Resulta que Julia Davis es la guionista, y una de las intérpretes, de una serie llamada Hunderby. Inglesa. Estrenada en 2012. Ocho episodios. 

Transcurridos 10 minutos del primer episodio aparece Julia Davis en pantalla, con estas pintas...


... e inmediatamente la serie pasa a convertirse en mi serie favorita de la temporada. Así de rápido.

¿De qué va Hunderby? Pues el primer episodio (el único que he visto de momento) es una especie de parodia de Jane Eyre y de su recreación veintechera: Rebeca. Parodia, sí. La mayoría de los diálogos y de las situaciones no desentonarían en El jovencito Frankestein. Julia Davis interpreta a un ama de llaves igual de perversa que la Mrs. Danvers de Rebeca pero mucho mucho más divertida. También hay guiños a Cumbres borrascosas (se intuye que en el futuro habrá más) y a Middlemarch, todas ellas novelas escritas por mujeres.

Y es que quizá hacía falta una mujer para hacer algo así, con esos referentes. Y si no, véase también la obra de Kate Beaton, otra que tal baila.