02 April 2014

Simes y nomes del primer trimestre

Sí o no, sin términos medios, porque exagerar también es una forma de decir la verdad.

Primero las que sí me han gustado:

Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson

Me la leí de una sentada en una tarde de invierno y ahora, cuando pienso en ella, la recuerdo más como una película que como un libro, una de esas películas antiguas en blanco y negro rebosantes de encanto, una mezcla entre Matar a un ruiseñor La noche del cazador.

Desgracia, de J. M. Coetzee

Como soy escéptico por naturaleza y pejiguero por puro afán de contradicción, pensaba que esta novela no me gustaría tanto como al resto de los mortales. Pero sí. Soy mortal y me gustó. Tanto que, durante unos pocos días, la alegría no estaba ya terminar la jornada laboral sino en terminarla para poder retomar la lectura.

Karoo, de Steve Tesich

Tengo una teoría: Tesich escribió 300 páginas devotamente y después las guardó en un cajón, justo cuando le tocaba enfrentarse al punto más conflictivo de la trama. Las recuperó tiempo después para poner fin a la historia pero su devoción ya no era la misma. Por eso, la primera mitad de la novela es perfecta frase a frase y la segunda no.

El desconocido del lago, de Alain Guiraudie

Cruda y básica, como una faja en la alfombra roja de los Óscar, esta película deja un regusto a Highsmith y a Chabrol que es difícil de olvidar. Eso sí, los niños buenos no deberían verla: hay que conservarlos.


Triangle, de Christopher Smith

Ya he dicho en alguna otra ocasión que me gustan las películas que llegan a un punto crítico en el que no se sabe por dónde van a tirar y que luego, superado ese punto, golpean al espectador en donde más le duele, en sus expectativas. Esta peli llega a la mitad sin que sepamos de qué diantres va. Pero luego va de algo, sí.


A continuación las que no me han gustado, por mucho empeño que sus autores le hayan puesto:

Dos damas muy serias, de Jane Bowles

Un niño empieza a contar un chiste. No es un chiste que haya oído en ningún lado sino que se lo inventa, improvisa. Se diría que en algún momento tiene que llegar al final, a la parte graciosa, pero no llega y no deja de dar vueltas sobre lo mismo. De repente se cansa y dice "ya está, se acabó". Pues algo parecido sufrí yo con esta novela.

Sheila Levine ha muerto y vive en Nueva York, de Gail Parent

Una judía treintañera decide poner fin a su vida y nos cuenta por qué: porque no ha conseguido casarse. Empieza como una versión femenina de El lamento de Portnoy (¡qué malos los progenitores judíos!) aunque sin masturbaciones y con poca gracia. Humor de saldo.

Synecdoche, New York, de Charlie Kaufman

El arbol de la vida en versión Woody Allen + Fellini. Es decir, cursilería y grandilocuencia, egocentrismo y neurosis, metaficción y quimera. Seguramente todo esto le suena estupendamente a alguien pero no, la película es un auténtico coñazo.

Tiny Furniture, de Lena Dunham

Al parecer lo bueno de esta peli es el retrato de una generación. No sé, mi concepto de las nuevas generaciones debe mucho a un grupo de chavales de 13 años que vi una vez en un ciber ligando por Messenger y buscando pornografía al mismo tiempo. En cualquier caso, la peli es Girls sin las partes divertidas.

27 March 2014

Por qué Breaking Bad nunca estará entre mis series favoritas

Aviso: yo de ustedes no leería esto si no han llegado, como mínimo, al principio de la quinta temporada. 
Eso sí, del final no cuento nada. Tampoco soy tan mala persona.


No he conseguido adaptarme al ritmo de la serie. La mayor parte de los episodios se me han hecho largos. No pesados, pero sí largos. Veía uno y ya no quería ver más durante varios días. Algunas "demoras" en el curso de los acontecimientos de la serie me han parecido, además, especialmente innecesarias e incluso irritantes: ¿por qué los guionistas tardan tanto en hacer que Skyler se siente con su marido y le pida explicaciones? ¿Acaso tiene algún interés lo que le pasa a Skyler mientras vive en la ignorancia? Para mí, ninguno. De hecho, creo que Skyler sólo se hace verdaderamente grande como personaje cuando por fin descubre el pastel.


Breaking Bad es una serie poco generosa con los personajes secundarios. Saul, Marie y Walter Jr. no pasan de ser meros recursos en la trama. Saul arregla problemas, Marie tensa y explicita los conflictos y Walter Jr. funciona como signo irónico de la doble vida de Mr. White. Prácticamente ninguno de sus actos descubre al espectador nada nuevo sobre ellos, nada que no estuviese presente en su primera aparición en pantalla. No tienen relieve. Están condenados a ser planos. Y la verdad, se merecían algo más.


La forma en que Mr. White manipula a Jesse dice mucho de la concepción  que los guionistas tienen de la psicología de los personajes. Ocurre esto y esto otro y como resultado obtienes esta reacción. Química. Determinismo. Se consigue así una apariencia de solidez dramática, es cierto, pero a costa de ahogar el factor sorpresa. Por decirlo con otras palabras: en Breaking Bad las motivaciones y las reacciones de los personajes, en especial las de Mr. White y Jesse, están sobreexplicadas.


Breaking Bad es inverosímil. No es que eso me moleste, me apasiona Hitchcock, me apasiona Brian de Palma, no soy un policía de la verosimilitud. Pero sí que creo que cuando a uno le llama la atención la falta de verosimilitud es que algo falla. Cuando empiezas a preocuparte por el racord argumentativo eso quiere decir que no te están distrayendo ni entreteniendo lo suficiente. Y viceversa: si una película consigue emocionar (emocionar en un sentido amplio: risas, lágrimas, miedo...), hay que ser muy desagradecido para afearle la falta de verosimilitud. En mi opinión, Breaking Bad es inverosímil sin obtener ningún beneficio de ello. Eso es lo que me molesta: que sacrifica la verosimilitud sin que ello suponga despegar el vuelo hacia cotas más locas y divertidas.


En resumen, con Breaking Bad he tenido la sensación de que no solo no me daba nunca más de lo que esperaba sino que, en demasiadas ocasiones, me daba incluso menos.

09 March 2014

Canciones que deberían ser más conocidas (XIII)



Puesta al sol en primavera, esta canción refulge como no lo haría en invierno. Todo en ella promete un verano feliz: ese sonido de asfalto recalentado, ese zumbido de cigarras al fondo, esos coros recién levantados de la siesta y, sobre todo, ese magnífico estribillo con insolación.

26 February 2014

Por unos guiones honestos

Odio cuando los guionistas usan el truco de La flor de los siete colores.

La flor de los siete colores era una serie japonesa de dibujos animados que echaban en la tele cuando yo era pequeño. Bueno, en realidad era lo suficientemente mayor como para que me diese vergüenza reconocer delante de mis compañeros que la veía. Pero tenía (tengo) hermanos pequeños y sí, ahora lo reconozco, la veía con ellos.
Les pongo una muestra, para que hagan memoria:


La serie iba de una niña que recorría el mundo con sus mascotas parlantes en busca de la flor de los siete colores. En todos los episodios parecía que por fin la niña iba a encontrar la dichosa flor ("En esa ermita de la montaña está la flor de los siete colores...", "A la orilla del lago crece la flor de los siete colores..." ) pero al final resultaba que, vale, sí, había una flor de los siete colores, pero no, no era la flor de los sietes colores que ella buscaba. El mundo estaba lleno de cosas a las cuales la gente llamaba "la flor de los sietes colores" (rosetones en las iglesias, plantas exóticas, joyas, efectos ópticos del sol sobre algún elemento arquitectónico...) pero ninguna de esas cosas era su flor de los siete colores. La buena de la niña, claro está, sufría un carrusel de emociones en cada capítulo, de la ilusión más desbordante a la frustración más desbordada (montaña rusa, más que carrusel).


Los guionistas eran unos sádicos, por supuesto, pero, aparte de eso, eran perezosos: no podían permitir que la niña encontrase la flor de los siete colores porque, si no, habrían tenido que cambiar todo el planteamiento. La serie habría dejado de tratar sobre una niña que busca la flor de los siete colores para pasar a tratar sobre una niña que ha encontrado la flor de los siete colores, y entonces ponte tú a pensar a ver para qué coño sirve la flor de siete colores una vez que te la has encontrado. Así que el planteamiento y el suspense implícito en ese planteamiento se mantenían intactos gracias al procedimiento de la marcha atrás.


Es una variante especialmente odiosa del esquema del coyote y el correcaminos. Digo variante porque el coyote nunca estaba demasiado cerca de atrapar al correcaminos; en cambio, la niña encontraba la flor de los siete colores en todos los episodios, aunque al final resultase que no era la flor de los siete colores que ella buscaba.

Pues bien, todo esto viene porque a alguien se le ha ocurrido que, para mantener el interés del espectador, lo mejor es poner a dos personajes que se atraen irremediablemente o que incluso se quieren y que, sin embargo, aunque están a punto a puntito, nunca llegan a fundirse. Señores guionistas: seguimos Friends A PESAR de la historia entre Ross y Rachel; por favor, no abusen de su suerte.


Por cierto, en el último episodio la niña encontraba la auténtica flor de los siete colores.

La apoteosis máxima, como podrán imaginar.

14 February 2014

Nadie nos protegió nunca de la Pretecnología

En el colegio tuve un profesor de Pretecnología ex fumador que decía que tiene muchísimo más mérito haber conseguido dejar de fumar que no haber fumado nunca.

El tío era tan mayor que aquella frase tenía la apariencia de una verdad. Peor aún, tenía la apariencia de una verdad masculina. En un concurso de virilidad, el machote que hubiese conseguido dejar de fumar ganaba de calle al pusilánime que no hubiese pasado de un par de caladas. O dicho de otra manera:

Volver del infierno > Quedarse en casa 

Nos pueden imaginar a mis compañeros y a mí. Cervatillos cegados por los faros de un camión.


Por suerte uno crece, adquiere sus propias herramientas de medida y aprende dar a cada cosa su justo valor. Si ha frecuentado el funcionalismo lingüístico, una de esas herramientas puede ser la conmutación. Veámosla en pleno funcionamiento:
0. Tiene más mérito haber conseguido dejar de fumar que no haber fumado nunca. 
1. Tiene más mérito haber conseguido dejar de comer cinco palmeras de chocolate al día que no haberlas probado nunca.   
2. Tiene más mérito haber conseguido dejar de usar pantalones pitillo que no haberlos usado nunca.
3. Tiene más mérito haber conseguido dejar Benidorm que no haber ido nunca.
De aquí a la moraleja no hay mucho trecho: quizá no sea una cuestión de mérito.


¿Y a qué viene todo esto? Pues viene a que hace poco he leído la entrevista que le han hecho en Jot Down a Ana Curra (Pegamoides, Parálisis permanente) y me ha vuelto a pasar. Me he dejado impresionar como un adolescente.

Ana Curra habla de su relación con la heroína y dice:
"Ahora mismo, las drogas no es que no me gusten, pero ellas me han abandonado a mí. Yo por mí seguiría coqueteando con ellas, pero llega una edad en que no te sientan bien. Pero si fuese joven, no habría droga que me dejase por probar. Me encantaría haber estado informada, eso sí. Pero esto es como todo, y si encima te pilla en un momento de bajón, por un acontecimiento duro, te atrapa y es chungo. En todo caso, para mí el camino del exceso es un camino de sabiduría como cualquier otro. No me arrepiento de nada. He sufrido mucho, he perdido muchos amigos en ese trayecto y con esa sustancia. Pero a unos les ha tocado esto, a otros una guerra y a otros pasar por el mundo y no enterarse de nada. Prefiero haber bajado al infierno, subir. Ver mundo, chico."
Y yo me vuelvo a sentir como delante de mi profesor de Pretecnología. Los faros.


Y aunque echo mano del funcionalismo lingüístico y de la conmutación y pienso: "Moraleja: quizá no sea una cuestión de ver mundo" y, bueno... aunque eso me consuela un poco, en realidad no puedo evitar sentirme un poco triste.

¿Por qué?

Recientemente, en un blog en el que comentaban la muerte de Phillip Seymour Hoffman,  una chica contaba que un colega que había probado la heroína le había dicho que era la cosa que mejor te podía hacer sentir en este mundo.
"Me lo creo", decía la chica.

Piénsenlo: la cosa que mejor te puede hacer sentir en este mundo es la heroína.

Triste, ¿no?

08 February 2014

A veces hay que luchar contra la tradición

Hay un hueco en el mercado español que alguien debería rellenar inmediatamente: paquetes de azúcar eficaces (y económicos), que no dejen escapar el producto como quien va dejando un reguero de pólvora para hacer volar por los aires la entrada de la mina donde está metido el malo.


Creo que no es mucho pedir. Los sobres de azúcar de las cafeterías bien resistentes que son.

Y con la sal esto no pasa.

01 February 2014

Hit and Miss. Canciones de 2013

Ya no busco música por internet. Dejo que me asalte. Donde sea. Aunque, claro, a final de año me entra curiosidad y le pego un repaso a todas las listas que pillo por banda, no vaya a ser que me pierda algo.


La mitad de las canciones de esta lista me han asaltado por sorpresa durante 2013 y la otra mitad son fruto del picoteo. Puestas todas juntas casi hasta me retratan.

Black Skinhead - KANYE WEST
La fórmula del movimiento perpetuo.

Instant Crush - DAFT PUNK
La estrofa acongoja, el estribillo mata y el puente lleva al cielo.

Shuggie - FOXYGEN
La melodía más bonita del año.

Kangaroo Court - CAPITAL CITIES
Mi canción del verano.

We Used To Live In A Dream - SEAN NICHOLAS SAVAGE
Sean canta por todos nosotros.

The Mother We Share - CHVRCHES
Amor a primera vista.

Locked Out of Heaven - BRUNO MARS
Un ruidito infeccioso y un estribillo que apunta al cielo. 
Soy facilón.

The Fox - YLVIS
Muy pero que muy facilón.