21 February 2017

Si ya existe, me gustaría verla

Ayer por la noche en La 2 echaron la adaptación que Eloy de la Iglesia hizo de Otra vuelta de tuerca, la novela de Henry James. Mientras la veía se me ocurrió lo siguiente:

En la novela de James no queda demasiado claro si los fantasmas que ve la protagonista son reales o fruto de su imaginación. Por el contrario, en la película de Eloy de la Iglesia resulta obvio que los fantasmas que aparecen en pantalla están solo en la mente calenturienta y morbosa del protagonista.


Esto me hace pensar que en el cine mostrar al fantasma ya implica, de alguna manera, tomar partido a favor de su existencia. Si podemos ver al fantasma, entonces es que existe, aunque solo sea en la imaginación de uno de los personajes. En cambio, en una novela el que un personaje diga que ha visto un fantasma no implica que el fantasma exista, ni siquiera en la mente de ese personaje, porque siempre cabe la posibilidad de que esté mintiendo.

Y entonces surge la pregunta. ¿Se podría hacer una película de terror en la que el protagonista vea (o diga ver) fantasmas sin que el espectador llegue a verlos nunca? Por ejemplo: el protagonista ve (supuestamente) un fantasma, a los espectadores se nos muestra su reacción en un primer plano pero se nos hurta el consabido contraplano de aquello que está viendo. O también: tenemos el contraplano pero está tan oscuro que es imposible distinguir ninguna figura con claridad. O también: fuera de campo: la cámara deja fuera del plano el punto concreto en el que se supone que está el fantasma.

Queda descartado, por supuesto, que el fantasma mueva cosas, haga ruidos o enfríe el ambiente.

05 February 2017

Decir (casi) lo mismo




A todos nos ha pasado. Coges un libro y te pones a leer, pero como tienes la cabeza en otras cosas, no te enteras de lo que estás leyendo. A continuación, dos maneras ligeramente distintas de contar esa experiencia:

Traté de leer unas páginas de El despertar, pero las palabras se entrecruzaban y carecían de sentido, así que lo dejé, salí al porche y me senté en el balancín a escuchar el sonido de la noche.
Callisto, TORSTEN KROL, 2009

[Traducción de Antonio Padilla]


Sin embargo, no lograba concentrarme en más de una frase a la vez, y finalmente acabé escuchando el ruido de los trenes que entraba por mi ventana.
¿De qué vas?, WILLIAM SUTCLIFFE, 1999

[Traducción de Andrés Ehrenhaus]


A lo mejor es cosa mía, pero yo aquí veo la diferencia entre un escritor convencional y otro con puntería.

06 January 2017

Simes y nomes del sexto bimestre

Sí o no, sin términos medios, porque cualquiera cambia el formato a estas alturas.


  • Lo que sí:

Los huerfanitos, de Santiago Lorenzo

Si busquetean por internet, verán que le han llovido comparaciones con Jardiel Poncela, por un lado, y con Wes Anderson, por otro. Lo de Jardiel no tiene mucho sentido:
Jardiel.— Cosmopolitismo, paradoja, absurdo, aforismo, misantropía.
Lorenzo.— Costumbrismo, chanza, vejación, casticismo, redención. 
Lo único que tienen en común es que a los dos se les puede colgar la etiqueta de literatura de humor. Más allá de eso sería como hermanar a Les Luthiers con La Cubana únicamente porque los dos son grupos de teatro que hacen reír. Lo de Wes Anderson, en cambio, sí que lo compro, por esa forma de narrar estilizada, enfática y autoconsciente que los dos comparten. Pero las comparaciones más apropiadas serían otras: Cervantes (riámonos del que sale peor parado), Galdós (garbancismo a tutiplén), García Pavón (no escribo "la comida", escribo "las viandas"). Acabo: me ha gustado mucho, aunque más por el cómo que por el qué.

El sueño del mono loco, de Christopher Frank

Se podría decir que es una novela negra en la que no pasa nada especialmente delictivo o punible. Un escritor recibe un encargo del productor de cine con el que trabaja habitualmente: escribir el primer largometraje de un director joven, talentoso y excéntrico. Lo negro viene por la intuición de que todos los personajes, salvo el protagonista, ocultan sus verdaderas motivaciones. Dicho de otra manera: es género negro porque lo importante es la trastienda. Además, aparece una mujer más o menos fatal (el elemento peor resuelto de la novela, por otra parte).

Hacia rutas salvajes, de Jon Krakauer

Antes de leer el libro, pensaba que Jon Krakauer era un tipo que se había tirado al monte y había escrito una crónica llena de reflexiones sobre la conveniencia de adoptar un modo de vida más rústico y próximo a la naturaleza, bla bla bla. Error. Hacia rutas salvajes no es un libro de crecimiento personal sino un reportaje sobre un universitario, Christopher MacCandless, que —él sí— se tiró al monte siguiendo la tradición norteamericana del Walden de Thoureau y que fue hallado muerto en un rincón medio perdido de Alaska. Lo fascinante del asunto (porque sí: algo tiene de fascinante) no es la personalidad ni la filosofía de MacCandless sino cómo Krakauer reconstruye sus últimos años de vida y nos da un retrato del personaje a partir de los testimonios de las personas que lo conocieron — familiares, amigos, conductores que lo recogieron cuando hacía autoestop, etc— y de las anotaciones, más bien sucintas, que dejó en su diario. En otras palabras: lo impactante es la investigación.

Paul en el norte, de Michel Rabagliati

Seguramente esta sea de las peores entregas de la serie de Paul (al menos de las que yo he leído), quizá porque Rabagliati no tiene demasiado respeto a su yo adolescente, no se lo toma en serio. Pero cuando uno es fan, cualquier cosilla suma. Ya solo los dibujos merecen el dinero invertido (mención especial a la escena del temporal en la nieve).

Lecciones de amor, de Fred Schepisi

—Tú que eres tan fan de Clive Owen, ¿has visto la peli que hizo con Juliette Binoche?
—No. Sé cuál es pero no la he visto.
—No está mal. No es la cursilada que puede parecer por el título español.
—De profesores y tal.
—Sí. Un profesor de literatura y una profesora de arte que se enfrentan por la típica frase de "una imagen vale más que mil palabras". Una excusa argumental para que los dos discutan, se enamoren, etc. Pero no es una pastelada, eh. Es más de réplicas ocurrentes.
—Ah.
—Tienen mucha química los dos. Da la impresión de que se divierten de verdad.
—...
—No la vas a ver, ¿no?
—No creo.

La llegada, de Denis Villeneuve

Ya les había dicho que esperaba esta película como agua de mayo (¿recuerdan?), por el material de partida (el cuento de Ted Chiang) y por el director. Pues bien, ya puedo decir que como adaptación cinematográfica me parece excelente. Como película a secas no sabría decirles, mi poder de abstracción no llega a tanto. Sepan, sin embargo, que mi amor no es ciego. Mucha gente me ha dicho: tiene tal y cual defecto (uno de los mayores: no se explica cómo consiguen los humanos aprender la escritura extraterrestre), y yo les he respondido: tienes toda la razón del mundo. Y después he añadido: pero me da igual, los aciertos compensan los defectos.

Animales nocturnos, de Tom Ford

La novela no me había gustado (¿recuerdan?) pero los mayores defectos que tenía la novela, principalmente los problemas con la división en dos planos narrativos, los han evitado en la adaptación al cine. 2016, el año que nos proporcionó otro raro ejemplo de "la pelicula es mejor que el libro" y el año en que ir al cine se convirtió en asistir a un ciclo de Amy Adams. Demos gracias.

No respires, de Fede Álvarez

Cuando el espectador (yo, en este caso) no puede reprimir un grito de advertencia a los personajes —¡Cuidado! ¡Date la vuelta!—, cuando el espectador (yo, de nuevo) pasa del estado de adulto circunspecto al de niño excitado con una obra de guiñol, cuando al espectador (hola) le entran ganas de aplaudir un coscorrón bien dado, cuando ocurre todo esto, entonces es que alguien ha hecho bien (¡muy bien!) su trabajo.


  • Lo que no:

Las chicas de campo, de Edna O'Brien

No me gustan las novelas que son como una larga enumeración de detalles más o menos aleatorios. Novelas donde el protagonista (normalmente una niña-chica-mujer) se deja llevar sin rumbo. Ejemplo inventado: fui al cine a ver una película de Cary Grant, luego me comí un helado de pistacho y me manché el jersey de angorina, cuando llegué a casa la tía me dijo que mamá se había muerto, papá se encerró en el baño a llorar, en el entierro un gorrión se posó en el ataúd, las medias de poliéster me picaban, nos fuimos a Cambridge en el coche rojo del abuelo a vivir, empecé a trabajar en una joyería al mando de una bruja con mal aliento, un viudo muy educado con bigote y sombrero me rozó la mano al pagar, lo hizo a propósito, nos casamos entre ramos de azucenas, etc, etc. Pues así veo yo Las chicas de campo. Muy bien escrita, con gusto por los detalles, pero muy banal. Si me preguntasen de qué va, no sabría qué decir. Estoy seguro de que el problema es mío.

Desenfreno, de Joe Dunthorne

Terminé Desenfreno por no hacerle un feo a Dunthorne después de lo bien que se había portado en Submarino (¿recuerdan?), pero me costó un esfuerzo enorme. Nada en la novela (y cuando digo "nada" quiero decir nada) me interesó lo más mínimo, ni un solo personaje, ni una sola escena. Mientras la leía no dejaba de preguntarme qué había pasado con la chispa y con el ingenio de Submarino. Una pena.

La casa y el cerebro, de Edward Bulwer-Lytton

Un tipo con una curiosidad de hierro pasa una noche en una casa encantada para experimentar por sí mismo los fenómenos extraños por los que es famosa. Desde el minuto uno empiezan a pasar cosas raras, completamente inexplicables de una manera positivista —muebles que se mueven, pisadas que aparecen de la nada ante los propios ojos del protagonista, ráfagas gélidas—, así que el lector en ningún momento tiene la más mínima duda de que la casa está encantada. Por ahí ya empezamos regular: con lo fantástico me gusta ir poco a poco: primero la puntita y luego ya, si eso, el resto. Pero lo peor viene al final.

Si no quieren que les destripe la novela, no sigan leyendo, pasen al próximo nome. El tipo se queda en la casa toda la noche empecinado en buscar una explicación y, claro, al día siguiente (o así) la encuentra. Pero es una de esas explicaciones que sistematizan lo fantástico y que, por tanto, lo arruinan. Una explicación del tipo (me lo invento): ah, que el fantasma era una energía atrapada en el reloj que se quedó parado en el momento mismo en que se produjo en la casa un crimen supermaligno perpetrado por un hombre que andaba en tratos con las fuerzas oscuras, así que rompes el reloj y ya está. Pues qué bien, ya podemos tomarnos un té con pastas.
Mud, de Jeff Nichols

¿Y esta película apareció en las listas de lo mejor del año (2012)? ¿Este rollazo infernal? ¿Por qué? ¿Porque el director estaba de moda, después del éxito de Take Shelter? ¿Porque Matthew McConaughey estaba en pleno resurgimiento vía Killer Joe? ¿Porque la gente la vio sin tener que pagar? ¿Porque el sur de los EEUU sí que mola? No lo entiendo. Aunque he de reconocer que una gran parte de mi aversión se debe a que no soporto la forma de hablar de McConaughey. Esas eses de serpiente. Puaj.

La mecánica del corazón, de Stéphane Berla y Mathias Malzieu

Grima. Grima la idea de un tipo que lleva un reloj de cuerda por corazón pero no por dentro del cuerpo, como un marcapasos, sino por fuera, como un reloj de cuco colgado en el pecho. Grima el diseño de personajes, el dibujo, el color. Grima la recreación de España. Grima las canciones. Grima la historia de amor. Grima la cursilería. Grima.

Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona

Iba a ver una peli de llorar y no lloré. En eso se puede resumir mi opinión. Luego ya podría entrar a discutir si la moraleja final me parece suficiente para sostener la película (más bien no), si los actores están bien (el niño sí, la madre y la abuela pse, y el padre fatal), si los efectos especiales molan (mucho) o si podemos perdonar a Bayona el parecido entre la escena madre-hijo en el hospital y la insuperable escena de la despedida madre-hijos en La fuerza del cariño (yo opto por no perdonárselo).

01 January 2017

Cheap Thrills. Canciones de 2016

Baile, melodía y emoción. A estas alturas no pido más. Algo que tararear de camino al curro. O, en los mejores días, durante el curro. En definitiva, emociones baratas.


Como ya saben, esta lista es un cortapega de otras listas más sabias. La novedad es que este año citaré las fuentes principales: Vagando por urano, Jenesaispop, Rockdelux. Las únicas canciones que no he visto en otras listas son la de SIA y la de DNCE. Igual es que son del 2015 y yo no me he enterado. Pero no seamos puristas. Bailemos.


Starboy - THE WEEKEND + DAFT PUNK
Porque si fuese de chocolate me fundiría.

Porque es una constante inspiración para bailes sinuosos.

Thin AirTEENAGE FANCLUB
Porque va directa a los grandes éxitos de TFC.

To The Rescue - THE DIVINE COMEDY
Por la escalada (extrema) de las cuerdas.

Sinnerman - BELAKO
Por el piano disco.

Flauta Man - ENRIC MONTEFUSCO
Porque yo también fui a EGB.

Ópalo Negro - PAPA TOPO
Porque ese 1-2-3 me desarma.

When I Lost YouTHE YEARNING
Porque podría ser de los 60. Y por esos arreglos de viento mataneuronas.

Podría ser peor - LA CASA AZUL
Por el subidón melancólico. 

Porque lleva pegado el verano.

06 December 2016

Fobias literarias



En la arenosa orilla, bajo los árboles, yacen espesas las hojas, y tan quebradizas que las lagartijas hacen un ruido semejante al de un gran chisporroteo si corren entre ellas. Los conejos salen del matorral para sentarse en la arena al atardecer, y los terrenos bajos, siempre húmedos, están cubiertos por las huellas nocturnas de los coatíes, y por los manchones donde se han revolcado los perros de los ranchos, y por las marcas en forma de cuña partida dejadas por los ciervos que llegan para abrevar en la oscuridad. 

De ratones y hombres, JOHN STEINBECK

[Traducción de Román A. Jiménez]



Lagartijas, conejos, coatíes, perros, ciervos...

Cuando en un mismo párrafo el narrador empieza a convocar animalitos con una intención —digamos— decorativa, no puedo evitar acordarme de Disney. Y se apodera de mí el temor de que el protagonista rompa a cantar en cualquier momento.

27 November 2016

Canciones que deberían ser más conocidas (XXII)




No, no son Coldplay cantando en sueco. Pero esta canción, ¡qué digo canción!, este HIMNO también pide un estadio lleno de gente desgañitándose en el estribillo (dicho y hecho: aquí pueden ver a un puñado de suecos viniéndose arriba en el clímax [minuto 2:35]; bueno, viniéndose arriba discretamente, muy discretamente). Ahora que se acercan las navidades, aprendamos a convertir un riff campanillero machacón en algo emocionante.

Hallelujah - [Ingenting]

14 November 2016

Si ya está escrito, me gustaría leerlo

Novela. El protagonista nos cuenta en primera persona su experiencia como integrante de un jurado popular, desde su designación hasta el último día del juicio. Al acusado se le juzga por el asesinato de un familiar muy cercano, menor de edad. Hay muchos indicios en su contra pero ninguna prueba concluyente. Él, por supuesto, se declara inocente de todos los cargos. Su versión de los hechos no es demasiado sólida pero resulta imposible saber con certeza si miente o no. Tampoco hay un móvil claro. Las principales hipótesis que se barajan son casi inconcebibles, dada la relación del acusado con la víctima. Asumir que es culpable supone renunciar a la comprensión.




No es un thriller (el protagonista no corre ningún peligro) ni una novela policíaca (ningún personaje va a resolver el caso). Se parece más al relato que podríamos hacer cualquiera de nosotros después de haber pasado por una experiencia parecida. Se acerca a la crónica pero sin pretensiones de objetividad. El protagonista da todo tipo de detalles sobre el desarrollo del juicio y las deliberaciones del jurado, sin ocultar sus impresiones sobre el resto de los miembros (no habrá reseña que no mencione Doce hombres sin piedad). Dos temas principales: la imposibilidad de conocer la verdad, la justicia.